siga… siga mi "amigo"

Por Ricardo Yattah

siempre en de-rredor o al-rededor . . . no sabía ni sé declinar otras palabras . . . con la consecuente actitud de quien no se atreve a llegar a puerto . . . y el puerto no está tan lejano . . . no lo estuvo jamás . . . pero no me cabe duda que aliento algún temor . . . o un recelo de actuar como corresponde . . . cuando corresponde . . . 

el sitio por donde camino o corro o me detengo . . . siempre el mismo . . . es como si el barrio me inspirara desconfianza . . . (¿desconfiado yo . . . o “ellos”? . . . 

en realidad “ellos” (parecen pigmentos de colores) no se preocupan en lo más mínimo . . . tal vez ni saben que les estoy cerca . . . o de últimas seguro me ignoran . . . un ignorante como yo recorriendo un mundo que no me es ajeno pero lo intuyo lejano . . . quizás lo siento así . . . un lugar ultra-montano . . . separado por cuencas lacustres . . . piedras . . . peñascos . . . o renacuajos frágiles y huidizos . . . 

las lagunas a veces son lagos extensos . . . y no hay medio de navegarlas . . .

menos mal que la última vez que llegué . . . hace unos días . . . pude con facilidad perforar una puerta de entrada . . . para después avanzar en un limo espeso o aceitoso . . . tanto da . . . 

a veces veo tinieblas . . . no . . . no las veo . . . las toco apenas . . . o las inhalo con dificultad y otras . . . aparece una luz que se habrán olvidado de apagar . . . pero siempre en de-rredor . . . por la periferia . . . (o quizás estoy cercano a la zona central y . . . no me doy cuenta) . . .

qué variedad de paisajes extraños e irreconocibles . . . o será que no estoy preparado para contemplarlos . . .

cuando creo que nado . . . estoy quieto . . . cuando descanso . . . alguna corriente me arrastra . . . no . . . si son raros . . . no me cabe duda alguna . . . 

pero tengo necesidad de visitar el barrio . . . sé . . . (porque me lo han dicho fuera de aquí) que debo llegar a la zona media a fin de descubrir un secreto valioso . . . un mensaje que alguien ha dejado para mí alguna vez . . . vaya a saberse cuánto tiempo hace . . . 

y me obsesiono por querer encontrarlo . . . porque su hallazgo será una afirmación de mis dotes personales (o de las de un personaje de leyenda) en busca del vellocino legado . . . o si no el triste abandono de un obsequio caro a mi vida . . .

es posible que lo que busco sea un mensaje . . . acaso escrito en un idioma desconocido (para mí por supuesto) . . . sólo conozco una lengua . . . la materna . . . y jamás me han hablado de aquel supuesto idioma poco común . . .

supongo que habrá algún acertijo para traducirlo . . . una vez hallado . . . porque si no . . . para qué tanto esfuerzo de horas y días abocado a su busca . . .

es una neu-ro-sis (?) casi genética . . . la que padezco . . . (la búsqueda del mensaje) . . . aunque puedo dudar de que el mensaje exista . . . mas tendré que comprobarlo . . . dada mi reputación ante mis más íntimos allegados . . . es como un desafío auto-impuesto . . . por obra de las circunstancias que me rodean y nunca las diseñé . . . están ahí como consignas escritas que me rodean en letras de molde . . . y me recuerdan la cosa todos los santos días . . . además de las noches (no tan santas) . . . en el insomnio o en los sueños más pesados . . . de los cuales quiero huir y no puedo . . . 

he buscado por otros caminos . . . en el árbol genealógico . . . a ver si hay alguna señal que me oriente . . . nada . . . nada . . . 

como si mis ancestros se hubieran olvidado de tan noble empresa a la que debía volcar mis esfuerzos vitales . . . 

no hago terapia . . . porque he comprobado que no me asisten los suficiente . . . sólo terminan concluyendo (u opinando más bien) que soy un neu-ró-ti-co ob-se-so . . . qué palabrejas . . . dan miedo de sólo escucharlas . . . de esas bocas y miradas tan frías . . . para quien soy sólo un objeto de estudio . . . o una pieza de museo . . . 

cuando salgo del sitio por cansancio o desencanto . . . me tomo unos días de descanso para reflexionar (algo aprendí al respecto) . . . tan bruto no soy . . . quizás algo bruto . . . o un poco menos . . . pero con algo de brutalidad residual . . . 

ah . . . esto de la brutalidad me gusta . . . tal vez en el mensaje buscado estén las claves de la misma . . . una explicación horrenda que me las señale con el índice y con palabras hirientes en medio de una sonrisa cínica . . . como las que descubro todas las mañanas cuando me sirven el desayuno . . . miradas acusadoras . . . casi escondidas . . . inyectándome asombro o falta de auto-estima . . . auto (?) . . . estima (?) . . . ¿la estima viaja sobre cuatro ruedas? . . . qué suerte que tiene . . . pero no la conozco . . . no tiene el coraje de presentarse como una persona educada . . .

es posible también que allá a lo lejos . . . en la patria celestial que envuelve la tierra con un azulenco diverso (según las horas . . . y al margen de los expe-ri-men-tos que se mandan algunas seseras) . . . esté el duplicado del mensaje . . . con un idioma más compresible y llano . . . pero . . . falta tanto para llegar allí . . . (¿tanto . . . tanto? . . . quién lo decide . . . porque en algún lado pasan lista . . . y habrá que gritar “presente” como en la escuela . . 

bueno . . . por hoy es bastante . . . la tarde me invita a gratificarme con un poco de solaz (sí . . . hay sol) . . . y puedo dejar de pensar cómo seguir rompiendo la membrana y recorrer el proto-plasma viscoso . . . para llegar finalmente al nú-cleo . . . donde ¡albricias! . . . la cé-lu-la de mi cuerpo (por ser mía . . . solamente mía) . . . no podrá seguir siendo tan mal anfitriona . . . y entonces . . . 

entonces me permitirá leer en mis ge-nes . . . lo que soy . . . o lo que quisieron que fuera . . . aunque no lo sea . . . tan siquiera ni por cau-salidad . . .

San Andrés, Octubre del año Ocho

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